Hay gente que dice y explica el porqué las bromas son de muy mal gusto, pero una cosa es una broma inocente, y otra es ser un reverendo hijo de perra, en mi caso creo que soy lo segundo.
La otra vez fui a comprarme un juego, no me acuerdo cual debido que no vi la carátula, solamente lo compré y listo.
Saliendo de aquel lugar vi en una esquina un vagabundo, se hallaba tirado en medio de lo que parecía ser, una tienda de ropa, su ropa se hallaba destrozada, al punto de que parecía tener tan solo un pedazo enorme de tela adherida a su sucio y descuidado cuerpo.
Lo único reconocible que tenía, era una cobija que al parecer robó de algún lugar, no sé de dónde, pero eso fue lo que menos me interesó.
El al parecer se encontraba hablando y gritando a los cuatro vientos, no sé qué era lo que estaba diciendo, parecía más un balbuceo sin algún sentido.
La gente aún así ignoraba al vagabundo, pocos eran los que le daban "dinero" y lo digo entre comillas, porque tan solo le daban una irrelevante y mísera moneda de 10 pesos, los cuales tu y yo sabemos perfectamente que no alcanzan para absolutamente nada.
Yo fui directo a buscar una tortilla, para más adelante ir a una tienda de pirotecnia la cual quedaba cerca, compré un petardo y lo tapé con la tortilla para que no se notara, la prendí, fui directo a dársela al vagabundo y me fui corriendo.
Mientras me iba escuché una explosión, y tan sólo unos segundos después, se empezaban a escuchar los gritos de las personas horrorizadas y algunas pidiendo ayuda, las cuales vieron aquella fatídica escena.
Cuando fui a ver encontré al vagabundo en un estado bastante moribundo en un gran charco de sangre, la cual también brotaba en una cantidad inimaginable de su boca, resultó que él se había comido aquel petardo de un sólo bocado, sin siquiera masticar.
Lo que alguna vez fue su estómago, acabó siendo tan solo una enorme masa roja destrozada, con los intestinos esparcidos por todo el lugar como si de tallarines de carne ensangrentados se trataran, sin haber algún indicio de su alguna vez existente mesenterio.
Yo al ver esa escena salí corriendo y después de cruzar como 4 calles logré llegar a mi casa, y finalmente al entrar lo primero que hice fue…
Jugar el juego que me había comprado, y siendo sincero lo volvería a jugar otra vez, les diría el nombre pero recalco, no me acuerdo cuál fue el juego que compré ese día.
19 de mayo de 2025